Una impresora 3D en el aula

Estamos viviendo un momento de la Historia de la Humanidad apasionante. Los cambios se suceden cada vez más y a velocidad de vértigo. Esto produce miedos, temores y desconfianza, pero también podemos ver el vaso medio lleno y pensar en oportunidades, soluciones y bienestar.

Esta revolución está basada en la tecnología, principalmente en lo que se ha venido en llamar tecnologías convergentes. ¿Por qué convergentes? Porque son varias tecnologías que entre ellas actúan de modo transversal y colaborativo. Hoy nos centraremos en la Impresión 3D.

El Colegio Blanca de Castilla cuenta con una impresora 3D desde hace unos años y los alumnos de 3º de ESO disfrutan de la creatividad de diseñar a través de AutoCAD cualquier cosa que se les pase por su imaginación. Realizan porta-cds, piezas que unen simulando modelos químicos, reciclan muñecos o juguetes a los que se les ha desprendido, roto o perdido una pieza y encima hacen labor social, donando dichos juguetes.

Y es que una impresora 3D es un mundo de fantasía y dar rienda suelta a la creatividad de los alumnos será esencial para el mundo que va a venir. Estamos viviendo en una época de concienciación medioambiental y, mira por donde, con las impresoras 3D podemos hacer un montón de cosas sin contaminar.

Por ejemplo, con nuestro smartphone nos descargamos una aplicación que se encarga de escanear en 3D todo nuestro pie hasta 5000 puntos aproximadamente, obteniéndose un modelo tridimensional del pie que imprimimos con todos los detalles fisionómicos. Luego procedemos a diseñar en AutoCAD unas zapatillas pero basadas en el molde anterior, es decir, totalmente personalizadas, nada genéricas, y cuyos datos pasan a una BBDD (aquí podríamos estar utilizando otra tecnología convergente, Big Data). Mediante machine learning (otra tecnología convergente) se crean los ficheros con las medidas y las imprimimos en 3D con materiales sostenibles, 100% reciclables en 3 piezas distintas en sólo unas horas, que en un próximo futuro, acabarán siendo minutos.

Cada una de las piezas se imprime en una impresora 3D y luego se ensamblan, mediante zapateros auténticos de forma manual. Actualmente, en este proceso se necesita un diseñador con experiencia en AutoCAD u otra herramienta, un controlador de la impresora 3D y un zapatero que ensamble de forma manual. Una vez tenemos impresas las zapatillas, las enviamos por correo o dron y es muy fácil que no haya devoluciones, al ser hechas a medida.

Imaginad que les ponemos a estas zapatillas unos sensores a través de los cuales obtenemos medidas, pulsaciones, pasos, cargas o pesos que llevas y cómo afecta todo ello a la planta del pie. Sin duda, todos estos datos serán vitales en la industria deportiva y médica, y aquí estamos utilizando otra tecnología convergente (Internet de las Cosas o IoT).

Pero aún hay más. ¿De qué material harías las zapatillas? ¿Debe ser flexible, transpirable, refrigerante? Será como se nos ocurra que sea. Vamos a inventar el futuro. En cualquier caso, estaríamos hablando de otra tecnología convergente (Nanotecnología).

Por supuesto, la utilidad de las impresoras 3D se verá en cocinar y crear alimentos, fabricar órganos humanos a partir de células madre o fabricar piel humana, imprimir prótesis para gente mayor, imprimir los materiales que construyan un edificio, incluso habrá viviendas de usar y reciclar, el ser humano imprimirá materiales y satélites en el espacio.

En un futuro, todos tendremos impresoras 3D en casa, silenciosas, baratas y rápidas y utilizaremos materiales que… ¿nos crearemos nosotros? Nuestros hijos empiezan a conocerlo en el colegio. Yo, quiero ver este mundo, ¿y tú?

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